Feminización Facial La cirugía de frente (FFS) abarca un conjunto de procedimientos diseñados para suavizar los rasgos faciales masculinos y convertirlos en aquellos que suelen percibirse como femeninos. Entre estos, la remodelación de la frente, específicamente su retroceso, es fundamental. La región de la frente y el hueso superciliar representan un determinante visual significativo de las características sexuales faciales.
Un arco superciliar prominente, a menudo asociado con una apariencia más masculina, requiere reducción y remodelación para lograr un contorno más liso y redondeado. La morfología frontal tipo 3, caracterizada por una prominencia frontal significativa y una barra supraorbitaria prominente, requiere un abordaje quirúrgico más complejo que implica la extirpación y reposicionamiento de una sección del hueso frontal. Esta compleja maniobra exige métodos robustos y fiables de fijación ósea para garantizar una cicatrización adecuada, estabilidad a largo plazo y resultados estéticos óptimos.
La evolución de la cirugía craneofacial y estética ha visto diversas técnicas Se emplean para la estabilización ósea. Desde los inicios del simple cableado hasta los sofisticados sistemas de placas y tornillos que se utilizan hoy en día, el enfoque se ha desplazado progresivamente hacia una fijación rígida, promoviendo una consolidación ósea predecible y minimizando las complicaciones. En el contexto del retroceso frontal tipo 3, el uso de placas y tornillos se ha convertido en el estándar de atención, ofreciendo una estabilidad superior a los métodos tradicionales y permitiendo un control preciso del segmento óseo reposicionado.
Este discurso profundiza en el complejo mundo del uso de placas y tornillos para la fijación ósea en pacientes con retroceso frontal tipo 3, desde la perspectiva de un cirujano. Analizaremos la anatomía relevante, exploraremos la justificación del uso de estos sistemas de fijación, detallaremos los principios de la planificación preoperatoria y la técnica quirúrgica, analizaremos los diversos tipos de dispositivos disponibles, examinaremos las consideraciones biomecánicas, abordaremos las posibles complicaciones y describiremos los cuidados postoperatorios. Nuestro objetivo es ofrecer una visión general completa y fiable, adecuada tanto para profesionales con experiencia como para quienes buscan una comprensión más profunda de este aspecto crucial de la feminización facial.

Anatomía de la frente y el esqueleto craneocraneofacial: un mapa topográfico para cirujanos
Es fundamental comprender a fondo la anatomía regional antes de iniciar cualquier procedimiento de remodelación de la frente. La frente es más que solo piel visible; es una intrincada estructura estratificada que recubre el hueso y los tejidos blandos subyacentes vitales.
En el centro se encuentra el hueso frontal, un hueso craneal único y grande que forma la porción anterior del cráneo. Inferiormente, se articula con los huesos nasales, los huesos cigomáticos (pómulos), los huesos lagrimales, el hueso etmoides y el hueso esfenoides. Las áreas clave del hueso frontal relevantes para el retroceso de tipo 3 son:
- La escama frontal: Esta es la placa vertical grande que forma la frente. En la morfología tipo 3, la porción inferior de la escama, justo por encima de las órbitas, presenta una proyección anterior pronunciada, conocida como protuberancia frontal.
- Los bordes supraorbitales: Estos son los arcos óseos engrosados que forman los márgenes superiores de las órbitas (cuencas oculares). En los hombres, suelen ser más prominentes y definidos; en las mujeres, son más lisos y menos pronunciados. Los rebordes supraorbitarios son fundamentales para el resultado estético y requieren un manejo cuidadoso durante el retroceso.
- La glabela: Esta es la zona lisa y ligeramente deprimida del entrecejo, por encima de la raíz de la nariz. La prominencia de la glabela es una característica clave de la frente tipo 3 y se aborda directamente mediante el procedimiento de retroceso.
- Los senos frontales: Se trata de cavidades llenas de aire ubicadas dentro del hueso frontal, generalmente detrás de la glabela, que se extienden superior y lateralmente en distintos grados. Su tamaño y ubicación varían considerablemente entre individuos y son factores cruciales durante la planificación quirúrgica para evitar perforaciones y posibles complicaciones, como fugas de LCR o infecciones. En términos más sencillos, imaginemos bolsas de aire dentro del hueso, justo donde trabajaremos. Necesitamos saber exactamente dónde están para evitar abrirlas accidentalmente.
- Los techos orbitales: Estas son las delgadas placas óseas que forman las paredes superiores de las órbitas y separan el contenido orbitario (ojos, músculos, nervios, grasa) de los lóbulos frontales del cerebro. Si bien no forman parte directa del segmento que se va a retraer, su proximidad al campo quirúrgico exige una técnica cuidadosa para evitar lesiones accidentales.
- Las meninges y los lóbulos frontales: En la profundidad del hueso frontal se encuentran la duramadre (la membrana externa resistente que recubre el cerebro), la aracnoides y la piamadre. Debajo de estas capas protectoras se encuentran los lóbulos frontales del cerebro, responsables de las funciones cognitivas superiores. Mantener la integridad de la duramadre es fundamental para prevenir la fuga de líquido cefalorraquídeo (LCR) y posibles complicaciones intracraneales. Piense en la duramadre como una envoltura plástica protectora justo debajo del hueso, que protege el cerebro. Es fundamental mantenerla intacta.
Más allá del hueso, varias estructuras de tejidos blandos son importantes:
- El cuero cabelludo: Compuesto por piel, tejido subcutáneo, la galea aponeurótica (una capa fibrosa resistente), tejido areolar laxo y el pericráneo (la membrana que recubre la superficie externa del hueso). La galea y el pericráneo proporcionan capas importantes para el cierre y la vascularización.
- Músculos de la expresión facial: El músculo frontal, responsable de levantar las cejas y causar arrugas horizontales en la frente, se encuentra en el tejido subcutáneo y la galea. Los músculos corrugador superciliar y prócer, implicados en el fruncimiento del ceño y la creación de líneas glabelares verticales, se ubican inferiormente, cerca de la glabela. Estos músculos suelen liberarse parcialmente o modificarse durante la retracción para mejorar los resultados estéticos.
- Nervios y vasos supraorbitales y supratrocleares: Estos haces neurovasculares salen de la órbita superiormente a través de escotaduras o agujeros (pequeñas aberturas) en el reborde supraorbitario. Proporcionan sensibilidad a la frente y al cuero cabelludo. Proteger estas estructuras es vital para prevenir el entumecimiento o el dolor posoperatorio. Son como pequeños cables eléctricos y vasos sanguíneos que dan sensibilidad y flujo sanguíneo a la frente. Debemos ser muy cuidadosos con ellos.
A cirujano Debe visualizar esta anatomía tridimensional con precisión, basándose en gran medida en las imágenes preoperatorias para comprender las variaciones individuales, en particular el tamaño y la ubicación de los senos frontales.

Comprensión de la morfología frontal tipo 3: el objetivo quirúrgico
La morfología de la frente tipo 3 representa el grado más pronunciado de frontalidad. masculinizaciónSe caracteriza por:
- Protuberancia frontal significativa: Una protuberancia o bulto notable del hueso de la frente, particularmente en las regiones central e inferolateral.
- Bordes supraorbitales prominentes: Huesos superciliares gruesos, pesados y a menudo muy angulosos que crean una línea horizontal fuerte encima de los ojos.
- Surco glabelar profundo: El área entre las cejas suele estar hundida en relación al hueso circundante, lo que resalta la prominencia de la cresta de la ceja.
Esta combinación de características crea un perfil aplanado o incluso cóncavo desde la ceja hasta la línea del cabello, visto de lado. El objetivo quirúrgico en el retroceso tipo 3 es reducir la proyección anterior del hueso, crear un contorno frontal más liso y convexo, y suavizar la prominencia de los rebordes supraorbitarios y la glabela. Esto requiere un procedimiento conocido como craneoplastia o hueso frontal. osteotomía y retroceso, donde se corta cuidadosamente una sección del hueso frontal, se extrae, se remodela y se vuelve a asegurar en una posición más posterior. Piense en ello como si extrajera con cuidado una pieza de un rompecabezas de la frente, le diera nueva forma y la volviera a colocar en un lugar ligeramente diferente y menos prominente.
Principios de la consolidación y fijación ósea: sentando las bases para la estabilidad
Una fijación ósea exitosa no se limita a la unión mecánica de los fragmentos óseos, sino a la creación de un entorno propicio para la consolidación ósea biológica. La consolidación ósea es un proceso complejo de varias etapas que incluye inflamación, formación de callos blandos, formación de callos duros y remodelación ósea. La fijación interna rígida, lograda con placas y tornillos, desempeña un papel crucial en la optimización de este proceso mediante:
- Proporcionando estabilidad mecánica: Las placas y los tornillos sujetan firmemente el segmento óseo en su nueva posición, evitando movimientos indeseados en el sitio de la osteotomía. Esta estabilidad es crucial para la formación de un callo estable y la posterior consolidación ósea.
- Promoción de la curación ósea directa (primaria): Con la fijación rígida, el movimiento en el lugar de la fractura u osteotomía es mínimo. Esto permite que los osteoblastos (células formadoras de hueso) cierren el espacio directamente sin necesidad de una formación extensa de cartílago (lo que ocurre en la cicatrización indirecta o secundaria con una fijación menos estable). La cicatrización directa suele ser más rápida y produce una menor formación de callos, lo cual beneficia los resultados estéticos. Básicamente, si los huesos se mantienen muy quietos, pueden sanar juntos y directamente sin necesidad de construir primero un gran puente lleno de baches.
- Mantenimiento de la reducción anatómica: Las placas y los tornillos garantizan que el segmento óseo reposicionado se mantenga con precisión en la posición estética y funcional deseada. Esto es crucial para lograr el contorno frontal planificado y evitar irregularidades.
Los principios de fijación con placas y tornillos en cirugía craneofacial se derivan de los principios de la traumatología ortopédica y se adaptan a la biomecánica y estética únicas del cráneo. Los principios clave incluyen:
- Número y distribución adecuados de puntos de fijación: Se necesitan suficientes placas y tornillos para contrarrestar las fuerzas que actúan sobre el segmento óseo (p. ej., tracción muscular, presión externa). Deben colocarse estratégicamente para proporcionar estabilidad multiplanar.
- Tamaño y resistencia adecuados de placa y tornillo: El hardware debe ser lo suficientemente fuerte para soportar fuerzas durante la curación, pero no tan grande o prominente que se vuelva palpable o comprometa la estética.
- Colocación precisa de tornillos: Los tornillos deben fijarse a ambas capas corticales del hueso (fijación bicortical) siempre que sea posible para lograr la máxima estabilidad, evitando la penetración en estructuras vitales subyacentes como la duramadre o el cerebro. En ciertas zonas, la fijación monocortical puede ser necesaria o preferible. Piense en el hueso como un sándwich con dos capas duras (hueso cortical) y un relleno blando (hueso esponjoso). Para una sujeción más firme, el tornillo debe atravesar ambas capas duras.
- Adaptación de placa pasiva: La placa debe adaptarse pasivamente al contorno óseo sin distorsionar el segmento. Puede ser necesario doblar o contornear la placa antes de colocar el tornillo.
- Compartir carga vs. soportar carga: Según la aplicación, la fijación puede ser de carga compartida (donde el hueso soporta parte de la carga) o de carga soportada (donde el implante soporta la mayor parte de la carga). En los procedimientos de reversión, el objetivo suele ser compartir la carga a medida que el hueso consolida, pero el implante proporciona estabilidad inicial de carga soportada.
Evolución de las técnicas de fijación en FFS: una perspectiva histórica
Comprender la historia de los métodos de fijación en la cirugía craneofacial resalta los avances significativos que han llevado a las mejores prácticas actuales.
- Métodos tempranos (cables): En los inicios de la cirugía craneofacial, el principal método de fijación eran los alambres sencillos de acero inoxidable. Estos alambres proporcionaban cierto grado de estabilidad, pero eran relativamente débiles, ofrecían una rigidez limitada y podían provocar una cicatrización impredecible y la posible rotura o migración del alambre. Lograr una reducción anatómica precisa también era más difícil con solo alambres.
- Sistemas de placas antiguos (más grandes y menos adaptables): La introducción de pequeñas placas y tornillos óseos, inicialmente adaptados de la cirugía ortopédica, representó una mejora significativa. Sin embargo, los primeros sistemas solían ser voluminosos, requiriendo incisiones más grandes y, en ocasiones, con implantes palpables. Las placas eran más difíciles de adaptar a las complejas curvas del cráneo.
- Sistemas de mini y microplacas (la era moderna): El desarrollo de sistemas miniaturizados de placas y tornillos, diseñados específicamente para aplicaciones craneofaciales, revolucionó la fijación ósea en la cirugía de fascículos. Estos sistemas utilizan placas y tornillos más pequeños (normalmente de 1,0 mm, 1,5 mm o 2,0 mm de diámetro), están fabricados con materiales biocompatibles como el titanio y se adaptan fácilmente a las formas intrincadas del esqueleto facial. Esto permite incisiones más pequeñas, implantes menos palpables y una fijación más precisa. Son como pequeñas y delgadas tiras de metal y tornillos fabricados específicamente para huesos faciales delicados.
El cambio a sistemas de mini y microplacas ha mejorado significativamente la previsibilidad, la seguridad y los resultados estéticos del retroceso de la frente tipo 3.
Justificación del uso de placas y tornillos en el retroceso tipo 3: ¿Por qué prevalece este método?
Dada la complejidad del procedimiento de retroceso de la frente tipo 3, que implica una osteotomía significativa y el reposicionamiento de un segmento óseo sustancial, la justificación para utilizar una fijación con placa rígida y tornillos es convincente:
- Estabilidad robusta: Las placas y los tornillos proporcionan una estabilidad mecánica que simplemente no se puede lograr con alambres u otros métodos menos rígidos. Esto es esencial para sujetar firmemente el segmento retraído contra la fosa craneal posterior u otras estructuras óseas estables, resistiendo la tracción muscular y las fuerzas externas.
- Control posicional preciso: Los cirujanos pueden controlar con precisión la posición y orientación del segmento óseo retraído antes de fijarlo con placas y tornillos. Esto permite esculpir meticulosamente el contorno de la frente y asegurar la simetría.
- Curación ósea mejorada: La fijación rígida que proporcionan las placas y los tornillos promueve la consolidación ósea primaria, lo que permite una unión más rápida y predecible de los fragmentos óseos. Esto reduce el riesgo de pseudoartrosis (insuficiencia ósea) o mala unión (consolidación en una posición incorrecta).
- Riesgo reducido de migración de hardware: En comparación con los alambres, las placas y los tornillos tienen menos probabilidades de migrar de su posición prevista una vez fijados correctamente, lo que minimiza el riesgo de complicaciones posoperatorias relacionadas con el desplazamiento del hardware.
- Capacidad para cubrir huecos y soportar injertos óseos: En los casos en que es necesario un injerto óseo (por ejemplo, para rellenar huecos o aumentar contornos), se pueden utilizar placas para cubrir el hueco y proporcionar estabilidad mientras se incorpora el injerto.
- Adaptabilidad a osteotomías complejas: El retroceso de tipo 3 suele implicar líneas de osteotomía intrincadas para navegar por los senos frontales y lograr la forma deseada. Los sistemas de placa y tornillo pueden adaptarse para fijar segmentos óseos con geometrías complejas.
Si bien las placas y tornillos absorbibles también están disponibles y son útiles en ciertos procedimientos craneofaciales, el titanio sigue siendo el estándar de oro para el retroceso de tipo 3 debido a su resistencia, biocompatibilidad y un largo historial de uso exitoso en aplicaciones de carga. El debate entre el titanio y los materiales absorbibles en esta aplicación específica a menudo se centra en la necesidad de integridad estructural a largo plazo frente al deseo de evitar la posible extracción del material. Sin embargo, considerando las fuerzas involucradas en el retroceso de tipo 3 y la importancia de mantener la posición del retroceso, el titanio actualmente ofrece una confiabilidad superior.
Planificación preoperatoria: el plano del arquitecto
Una planificación preoperatoria meticulosa es fundamental para el éxito de una reversión frontal tipo 3 con fijación con placa y tornillos. Esta fase implica una evaluación exhaustiva del paciente y un análisis detallado de su anatomía particular.
Evaluación del paciente: comprensión del individuo
El proceso de planificación comienza con una historia clínica y un examen físico exhaustivos. Esto incluye:
- Revisión de la Historia Clínica: Identificar cualquier comorbilidad que pueda afectar el riesgo quirúrgico, la anestesia o la curación ósea (por ejemplo, tabaquismo, diabetes, trastornos hemorrágicos, trastornos metabólicos óseos).
- Evaluación de objetivos estéticos: Comprender el contorno de frente deseado por el paciente y los objetivos generales de feminización facial. Esto implica una comunicación abierta y, a menudo, el uso de software de morphing para visualizar los posibles resultados.
- Examen físico: Evaluación de la prominencia frontal, la calidad de la piel, la laxitud del cuero cabelludo y la posición de la línea del cabello y las cejas. La palpación de los rebordes supraorbitarios y la glabela proporciona información táctil sobre la estructura ósea subyacente.
Imágenes: Visualización del paisaje óseo
Unas imágenes de alta calidad son indispensables para planificar la retracción de la frente tipo 3.
- Tomografías computarizadas (TC): Una tomografía computarizada de corte fino del esqueleto craneofacial es esencial. Esta proporciona vistas axiales, coronales y sagitales detalladas del hueso, lo que permite al cirujano visualizar con precisión:
- La extensión del abombamiento frontal y la prominencia del borde supraorbitario.
- El tamaño, la forma y la extensión de los senos frontales. Esto es fundamental para determinar el abordaje de la osteotomía y evitar los senos paranasales.
- El grosor del hueso frontal, que influye en la selección de la longitud del tornillo.
- La relación del hueso con las estructuras subyacentes como la duramadre.
- Reconstrucción 3D: Los datos de TC permiten crear reconstrucciones tridimensionales del cráneo. Esto proporciona una potente herramienta visual para comprender la morfología ósea general, planificar las líneas de osteotomía y simular el procedimiento de retroceso. Piense en esto como la creación de un modelo 3D virtual del cráneo del paciente que podemos rotar y examinar desde cualquier ángulo.
- Cefalometría (opcional pero útil): Las radiografías cefalométricas laterales pueden proporcionar mediciones estandarizadas de las relaciones esqueléticas faciales, lo que ayuda en la evaluación objetiva de la prominencia de la frente en relación con otras características faciales.
Software de simulación y planificación quirúrgica: Ensayo del procedimiento
El software avanzado de planificación quirúrgica permite a los cirujanos realizar osteotomías virtuales, retraer el segmento óseo a la posición deseada e incluso colocar placas y tornillos virtuales. Esto permite:
- Medición precisa de la distancia de retroceso requerida.
- Optimización de las líneas de osteotomía para minimizar complicaciones (por ejemplo, evitando el seno frontal).
- Selección de tipos y posiciones de placas apropiadas.
- Predicción del resultado estético final.
Si bien no se usa universalmente, el software de planificación quirúrgica puede mejorar la precisión y la previsibilidad de casos complejos.
Cómo elegir el hardware adecuado: seleccionar las herramientas para el trabajo
Con base en el análisis anatómico detallado y el plan quirúrgico, el cirujano selecciona el sistema de placa y tornillo adecuado. Esto implica considerar:
- Material: Típicamente titanio por su resistencia y biocompatibilidad en retroceso tipo 3.
- Diseño de placa: Se pueden utilizar placas rectas, placas en L, placas en Y o incluso placas de malla según la forma y el tamaño del segmento óseo y el contorno deseado.
- Tipo de tornillo: Los tornillos autorroscantes son comunes, lo que elimina la necesidad de perforar previamente el orificio piloto con una rosca aparte. Los tornillos autoperforantes combinan la perforación y el roscado en un solo paso. Los tornillos bicorticales proporcionan una sujeción máxima donde el grosor del hueso lo permite. Los tornillos monocorticales se utilizan cuando la fijación bicortical no es posible o deseable.
- Diámetro y longitud del tornillo: Estos se seleccionan en función del sistema de placa elegido y del grosor del hueso. Los diámetros habituales de los tornillos en cirugía craneofacial oscilan entre 1,0 mm y 2,0 mm.
Un diagrama matricial que ilustra la selección de hardware podría verse así:
Factor / Tipo de hardware | Placa recta | Placa en L | Placa Y | Placa de malla | Tornillo bicortical | Tornillo monocortical |
Uso principal en retroceso tipo 3 | Puenteo de espacios de osteotomía, fijación general | Puntos de fijación en ángulo, soporte superior/lateral | Soporte central, geometrías complejas | Aumento, contorno complejo | Máxima estabilidad en hueso grueso | Hueso más delgado, cerca de estructuras vitales |
Cobertura ósea requerida | Lineal | Angular | Vectores múltiples | Área amplia | Requiere suficiente espesor óseo | Adaptable a diferentes espesores |
Fuerza/Rigidez | Moderado | Bien | Alto | Variable (depende del patrón) | Alto | Moderado |
Ubicación ideal | A lo largo de las líneas de osteotomía, hueso estable | Esquinas, transiciones | Glabela central, puntos de máximo retroceso | Contornos irregulares, áreas que necesitan relleno | Áreas alejadas de la duramadre/seno | Áreas cercanas a la duramadre/seno, hueso delgado |
Facilidad de contorno | Fácil | Moderado | Moderado | Excelente | N / A | N / A |
Riesgo de palpabilidad | Moderado | Moderado | Moderado | Puede ser más alto si no está bien contorneado. | Bajo (cuando está avellanado) | Bajo (cuando está avellanado) |
Nota: Esta es una representación simplificada. Las decisiones quirúrgicas reales implican muchos más matices.
Consideraciones sobre la anestesia: cómo garantizar la seguridad y la comodidad del paciente
La retracción frontal tipo 3 suele realizarse bajo anestesia general. La estrecha colaboración con el equipo de anestesia es crucial para controlar la posible pérdida de sangre, mantener la estabilidad hemodinámica y asegurar un despertar sin complicaciones.
Técnica quirúrgica: ejecución del plan
La ejecución quirúrgica del retroceso frontal tipo 3 con fijación con placas y tornillos es un proceso gradual que exige precisión y adherencia a los principios quirúrgicos.
Planificación y ejecución de la incisión: obtención de acceso
El abordaje más común consiste en una incisión bicoronal, que se extiende de oreja a oreja a lo largo de la parte superior de la cabeza, generalmente varios centímetros por detrás de la línea del cabello. Esto permite una excelente exposición del hueso frontal y proporciona acceso tanto para el trabajo óseo como para el posible avance de la línea del cabello si es necesario. El biselado cuidadoso de la incisión dentro de los folículos pilosos minimiza las cicatrices visibles. Imaginemos una incisión oculta en el cabello, que nos permita levantar el cuero cabelludo hacia adelante como una cortina para llegar al hueso.
Manejo de tejidos blandos: exposición del hueso
Tras la incisión, el colgajo de cuero cabelludo se eleva cuidadosamente en el plano subgaleal o subpericraneal. La elevación en el plano subpericraneal directamente desde el hueso minimiza el sangrado y protege los haces neurovasculares supraorbitario y supratroclear subyacentes. El propio pericráneo puede utilizarse en ocasiones como colgajo vascularizado para la reparación dural, si es necesario.
Osteotomía: Cómo hacer cortes óseos precisos
Este es el paso crítico donde se delinea y corta cuidadosamente el segmento del hueso frontal. El diseño de la osteotomía se basa en el plan preoperatorio y debe... considerar El tamaño y la ubicación de los senos frontales, el retroceso deseado y los objetivos estéticos. Un patrón común de osteotomía implica:
- Corte superior: Se realiza una incisión horizontal o ligeramente curva en la escama frontal, por encima de los senos frontales. La ubicación se determina según la altura y el contorno deseados de la frente.
- Cortes laterales: Se realizan cortes verticales u oblicuos bilateralmente desde el corte superior hacia los bordes supraorbitales.
- Cortes inferiores: Se realizan cortes a lo largo de la cara superior de los rebordes supraorbitarios, conectando los cortes laterales. Estos cortes deben realizarse con extrema precaución para evitar penetrar en las órbitas o lesionar los nervios y vasos supraorbitarios/supratrocleares.
- Cortes de conexión: Los cortes se conectan para crear un segmento libre de hueso.
Las osteotomías se realizan típicamente con una fresa de alta velocidad o una sierra oscilante. Durante los cortes, se utiliza irrigación abundante para enfriar el hueso y minimizar las lesiones térmicas. El cirujano debe estar constantemente atento a la profundidad del corte, especialmente al acercarse a la tabla interna del cráneo y la duramadre. Utilizamos sierras y taladros especializados para realizar cortes muy precisos en el hueso, como un artesano cortando cuidadosamente un trozo de madera.
Retroceso y remodelación ósea: cómo lograr un nuevo contorno
Una vez liberado el segmento óseo, se extrae con cuidado. El hueso subyacente (tabla posterior del seno frontal o fosa craneal anterior) se contornea y rebaja hasta el nivel de retranqueo deseado. El segmento óseo extraído se remodela a partir de su superficie interna para que se ajuste al nuevo contorno subyacente y logre la convexidad externa deseada. Esto suele implica rebajar las áreas prominentes correspondientes a la glabela y los rebordes supraorbitarios del segmento extraído.
Aplicación de placas y tornillos: Fijación de la nueva posición
Con el hueso subyacente contorneado y el segmento extirpado remodelado, este se coloca cuidadosamente en su nueva posición retraída. Se mantiene firmemente en su lugar mientras se aplican las placas de fijación.
- Adaptación de placa: Las placas elegidas se contornean cuidadosamente para adaptarse a la nueva forma del hueso y al hueso estable subyacente sin tensión.
- Colocación de la placa: Las placas se colocan estratégicamente para proporcionar estabilidad a lo largo de las líneas de osteotomía y evitar la rotación o el desplazamiento del segmento óseo. Las ubicaciones típicas incluyen la unión de las líneas de osteotomía superior, lateral e inferior. Generalmente se requieren al menos dos puntos de fijación por placa para lograr estabilidad.
- Colocación de tornillos: Con una guía de broca (si no se utilizan tornillos autoperforantes), se perforan orificios piloto a través de la placa hasta el hueso. La longitud de los tornillos se selecciona cuidadosamente según el grosor del hueso. A continuación, se insertan y aprietan los tornillos para fijar la placa al hueso. El cirujano debe asegurarse de que los tornillos no penetren la tabla interna del cráneo ni la duramadre ni el cerebro, especialmente en zonas cercanas a los senos frontales o en hueso delgado. En zonas críticas, se prefieren los tornillos monocorticales. Avellanar los tornillos (hundir la cabeza ligeramente por debajo de la superficie ósea) ayuda a evitar la palpación. Mantenemos el hueso remodelado en la nueva posición y luego usamos placas y tornillos como pequeños soportes para mantenerlo firmemente en su lugar.
El número y la configuración de las placas y tornillos variarán según el tamaño del segmento óseo, la magnitud del retroceso y la preferencia del cirujano. Una configuración común podría consistir en dos placas que puentean la osteotomía superior y placas más pequeñas o placas en L que fijan las caras inferiores cerca de los rebordes supraorbitarios.
Abordaje de los bordes supraorbitales y la glabela: afinando los detalles
Si bien el retroceso principal aborda la prominencia general, se presta especial atención a los rebordes supraorbitarios y la glabela. El borde inferior del segmento óseo del retroceso forma la nueva cara superior de los rebordes supraorbitarios. Se puede realizar un fresado o contorneado adicional del hueso subyacente o del borde del segmento del retroceso para lograr un contorno de ceja suave y femenino. La región glabelar, al formar parte del segmento del retroceso, se reduce automáticamente en prominencia. Si es necesario, se pueden realizar fresados o contorneados localizados adicionales.
Contornear y suavizar: difuminar los bordes
Una vez fijado firmemente el segmento de retroceso, se rebajan cuidadosamente los bordes de la osteotomía para eliminar cualquier escalón o irregularidad palpable. Esto garantiza una transición fluida entre el segmento de retroceso y el hueso circundante.
Cierre: Reconstrucción capa por capa
La zona quirúrgica se irriga minuciosamente. Si se ingresó al seno frontal, se retira cuidadosamente la mucosa (revestimiento) y la abertura suele cubrirse con un colgajo pericraneal o cera ósea para prevenir la fuga de LCR y la formación de mucocele. A continuación, se reposiciona meticulosamente el colgajo del cuero cabelludo y se cierra la incisión por capas, generalmente abarcando la galea, el tejido subcutáneo y la piel. Se pueden colocar drenajes para controlar la acumulación de líquido posoperatorio.
Tipos de placas y tornillos utilizados: un catálogo de hardware
Existen diversos sistemas de placas y tornillos disponibles para la fijación craneofacial, cada uno con sus propias características.
Materiales: Biocompatibilidad y resistencia
- Titanio: Este es el material más comúnmente utilizado para la fijación rígida en cirugía craneofacial. El titanio es biocompatible (bien tolerado por el organismo), no ferromagnético (no interfiere con las resonancias magnéticas), resistente y duradero. Proporciona una fijación robusta y duradera.
- Materiales absorbibles (reabsorbibles): Estos suelen estar hechos de polímeros como el ácido poli-L-láctico (PLLA) o el ácido poliglicólico (PGA). Proporcionan una fijación temporal y el cuerpo los absorbe gradualmente con el tiempo (normalmente de 1 a 2 años). Tienen la ventaja de no requerir extracción, pero son menos resistentes y rígidos que el titanio, pueden provocar una reacción a cuerpo extraño en algunas personas y su degradación puede ser impredecible. Si bien su uso está aumentando en cirugía craneofacial pediátrica y para zonas con menor carga, el titanio sigue siendo el preferido para la fijación estructural primaria en el retroceso frontal tipo 3 debido a las fuerzas que intervienen y la necesidad de estabilidad a largo plazo.
Diseños de placas: dando forma al soporte
Los diseños de placas se adaptan a las diferentes zonas y requisitos de fijación:
- Placas rectas: Placas lineales simples para unir líneas de osteotomía rectas. Disponibles en varias longitudes y configuraciones de orificios.
- Placas en L: Con forma de “L”, son útiles para proporcionar fijación en ángulos o esquinas, como en la unión de los cortes de osteotomía superior y lateral.
- Placas Y: Con forma de “Y”, pueden proporcionar puntos de fijación divergentes desde un vástago central, útil para asegurar áreas con geometría compleja o brindar soporte en múltiples direcciones.
- Placas de malla: Se trata de láminas delgadas y maleables de titanio con un patrón de agujeros en forma de cuadrícula. Se utilizan principalmente para contornear y aumentar superficies irregulares o rellenar defectos de mayor tamaño; no suelen utilizarse para la fijación primaria de carga en el retroceso de tipo 3, aunque se pueden utilizar pequeños trozos para contornear localmente.
Tipos de tornillos: Cómo asegurar la sujeción
- Tornillos autorroscantes: Estos tienen una ranura de corte en la punta, lo que les permite crear sus propias roscas al insertarse en un orificio piloto pretaladrado. Esto simplifica el proceso de inserción.
- Tornillos autoperforantes: Combinan la perforación y el roscado en un solo paso, eliminando la necesidad de broca y macho de roscar por separado. Su inserción es más rápida, pero requiere un control preciso para evitar una penetración excesiva.
- Tornillos bicorticales: Estos tornillos tienen la longitud suficiente para acoplarse tanto a las tablas externas como a las internas (capas corticales) del hueso, lo que proporciona máxima resistencia a la extracción y estabilidad. Se utilizan cuando el grosor del hueso lo permite y las estructuras vitales no están en riesgo.
- Tornillos monocorticales: Estos tornillos son más cortos y solo se adhieren a la capa cortical externa del hueso. Se utilizan en zonas de hueso delgado o donde la colocación bicortical podría poner en peligro las estructuras subyacentes (p. ej., cerca de la duramadre o del seno frontal). Aunque son menos estables que los tornillos bicorticales, suelen ser suficientes cuando se utilizan varios tornillos o en combinación con tornillos bicorticales.
Diámetros y longitudes de tornillos: adaptación al hueso
Los diámetros de los tornillos craneofaciales suelen oscilar entre 1,0 mm y 2,0 mm. El diámetro elegido depende del sistema de placa y de la resistencia deseada. La longitud del tornillo es crucial y debe seleccionarse cuidadosamente en función del grosor óseo medido en el sitio de inserción para garantizar un encaje adecuado sin sobrepenetración.
Instrumentación: El kit de herramientas del cirujano
Para manipular e insertar placas y tornillos se requieren instrumentos específicos, entre ellos:
- Alicates para doblar placas: Para contornear las placas al hueso.
- Brocas y guías de perforación: Para crear agujeros piloto (si no se utilizan tornillos autoperforantes).
- Grifos: Para crear roscas de tornillos en orificios piloto (si no se utilizan tornillos autorroscantes o autoperforantes).
- Destornilladores: Destornilladores especializados que se adaptan a la cabeza de los tornillos elegidos.
- Pinzas o soportes para tornillos: Para manipular y posicionar tornillos pequeños.
Consideraciones biomecánicas: fuerzas en juego
Comprender la biomecánica de la fijación ósea en la frente es esencial para prevenir fallos del implante y asegurar una consolidación estable. Las fuerzas que actúan sobre el segmento de retroceso incluyen:
- Tirón muscular: Los músculos temporales, aunque no están unidos directamente al segmento retrasado, ejercen fuerzas sobre el cráneo circundante que pueden cargar indirectamente el sistema de fijación.
- Fuerzas externas: La presión directa o un traumatismo en la frente pueden aplicar una fuerza significativa a las placas y los tornillos.
- Gravedad: Aunque es menos importante que otras fuerzas, la gravedad puede contribuir al asentamiento o al desplazamiento si la fijación es inadecuada.
Los sistemas de placas y tornillos contrarrestan estas fuerzas mediante:
- Compartir carga: El segmento óseo y el material de fijación comparten la carga. A medida que progresa la consolidación ósea, el hueso asume gradualmente una mayor carga.
- Estabilidad y rigidez: La función principal del hardware es proporcionar la estabilidad necesaria para resistir el movimiento en el sitio de la osteotomía, promoviendo así la consolidación ósea primaria. El grado de rigidez depende del diseño de la placa, el material, el grosor y el número y la configuración de los tornillos.
- Cómo evitar fallos de hardware: Una fuerza excesiva o una fijación inadecuada pueden provocar fallos en el material, como la flexión o rotura de la placa, o el aflojamiento o desprendimiento de un tornillo. Una técnica quirúrgica adecuada, la selección adecuada del material y suficientes puntos de fijación son fundamentales para evitarlo.
Una matriz simplificada que represente la relación entre fuerzas, fijación y resultados podría verse así:
Factor / Resultado | Alta fuerza aplicada | Baja fuerza aplicada | Fijación rígida | Fijación menos rígida |
Riesgo de fallo del hardware | Alto | Bajo | Bajo (si se diseña/aplica adecuadamente) | Alto |
Tipo de curación ósea | Retraso/no unión (con movimiento) | Curación primaria | Curación primaria | Curación secundaria (más callos) |
Estabilidad del segmento óseo | Inestable | Estable | Estable | Menos estable |
Previsibilidad de resultados estéticos | Inferior (debido a un posible desplazamiento/malunión) | Más alto | Más alto | Más bajo |
Tiempo de sanación | Más extenso | Más corto | Más corto | Más extenso |
Nota: Esta es una matriz conceptual. Los resultados reales se ven influenciados por numerosos factores.
Posibles complicaciones: anticipar y gestionar los desafíos
Como cualquier procedimiento quirúrgico, el retroceso frontal tipo 3 con fijación con placa y tornillos conlleva posibles riesgos y complicaciones. Si bien es relativamente poco común en manos expertas, los cirujanos deben estar preparados para prevenirlos, reconocerlos y manejarlos.
Complicaciones intraoperatorias: desafíos durante la cirugía
- Sangrado: El cuero cabelludo y el hueso presentan una alta vascularización. Un sangrado importante puede oscurecer el campo quirúrgico y requerir una hemostasia cuidadosa (control del sangrado) mediante cauterización, cera ósea y agentes hemostáticos.
- Fuga de líquido cefalorraquídeo (LCR): Esta es una complicación grave derivada de un desgarro de la duramadre. Puede ocurrir durante el corte óseo, especialmente al explorar zonas delgadas o la pared posterior del seno frontal. Una técnica quirúrgica meticulosa, una profundidad de perforación cuidadosa y evitar el uso de instrumentos hundidos son cruciales para la prevención. Si se produce un desgarro dural, requiere reparación inmediata, a menudo con suturas, sustitutos durales o un colgajo pericraneal vascularizado. Esto es como perforar accidentalmente el plástico protector que cubre el cerebro. Hay que sellarlo de inmediato y correctamente.
- Lesión nerviosa: La lesión de los nervios supraorbitario o supratroclear puede provocar entumecimiento permanente, dolor o parestesia (sensaciones anormales) en la frente y el cuero cabelludo. Es fundamental identificar y preservar cuidadosamente estos nervios durante la elevación del colgajo y la osteotomía.
- Entrada al seno frontal: Aunque a veces es inevitable en el retroceso de tipo 3, la entrada accidental o imprevista en el seno frontal requiere un manejo cuidadoso. La mucosa del seno debe extirparse por completo y la abertura obliterarse o cubrirse para prevenir la formación de mucocele (una lesión similar a un quiste) y la infección.
- Lesión orbitaria: Aunque es poco frecuente, pueden producirse lesiones en el contenido orbitario (ojo, músculos, nervios) durante los cortes de osteotomía inferior a lo largo del reborde supraorbitario. Es fundamental una técnica cuidadosa y el conocimiento anatómico.
Complicaciones postoperatorias: desafíos después de la cirugía
- Infección: La infección del sitio quirúrgico o del implante es un riesgo. Los síntomas incluyen enrojecimiento, hinchazón, dolor, calor y posible supuración. El tratamiento incluye antibióticos y, si la infección persiste, la posible extracción del implante.
- Hematoma o seroma: Puede producirse acumulación de sangre (hematoma) o líquido seroso (seroma) bajo el colgajo del cuero cabelludo. Con frecuencia, se utilizan drenajes de forma proactiva para minimizar este riesgo. Las acumulaciones pequeñas pueden resolverse espontáneamente, mientras que las más grandes pueden requerir aspiración o drenaje quirúrgico.
- Palpabilidad o visibilidad del hardware: En personas con piel fina o tejido subcutáneo limitado, las placas o tornillos pueden ser palpables o incluso visibles bajo la piel, lo cual puede resultar desagradable desde el punto de vista estético. La selección cuidadosa del material (placas de perfil bajo, tornillos avellanados) y su colocación meticulosa ayudan a minimizar este riesgo. En ocasiones, el paciente puede solicitar la extracción del material una vez completada la consolidación ósea.
- Migración o aflojamiento del hardware: Aunque es menos común con la fijación con placas y tornillos que con alambres, ocasionalmente el material puede aflojarse o migrar, sobre todo si se somete a una fuerza excesiva o si la consolidación ósea se ve afectada. Esto puede requerir una revisión quirúrgica.
- No unión o unión defectuosa: Puede ocurrir falta de consolidación ósea (seudoartrosis) o consolidación en una posición incorrecta (malunión), aunque es menos probable con una fijación rígida. Factores como la irrigación sanguínea deficiente, las infecciones, el tabaquismo o una fijación inadecuada pueden contribuir. El tratamiento puede incluir cirugía de revisión con injerto óseo y reestabilización.
- Problemas estéticos: Pueden presentarse cicatrización impredecible, asimetría, irregularidades persistentes en el contorno o un retroceso inadecuado. Una planificación preoperatoria cuidadosa, una ejecución precisa y expectativas realistas del paciente son cruciales para minimizar las complicaciones estéticas.
- Disfunción nerviosa: El entumecimiento, el hormigueo o el dolor persistentes en la frente o el cuero cabelludo pueden ocurrir debido al estiramiento, la compresión o una lesión nerviosa durante la cirugía. Si bien la sensibilidad suele mejorar con el tiempo, es posible que se produzcan cambios permanentes.
- Dolor: Se espera dolor posoperatorio, que se controla con analgésicos. El dolor crónico es poco frecuente, pero puede presentarse.
Manejo de las complicaciones: Abordando los desafíos
Es fundamental adoptar un enfoque proactivo para el manejo de las complicaciones. Esto incluye:
- Selección cuidadosa de pacientes y optimización: Identificar y abordar condiciones médicas preexistentes que podrían aumentar el riesgo quirúrgico.
- Técnica quirúrgica meticulosa: Adherirse a principios quirúrgicos sólidos, manejo suave de los tejidos y trabajo óseo preciso.
- Selección y aplicación de hardware adecuado: Elegir el tipo y tamaño correcto de hardware y aplicarlo de forma segura.
- Antibióticos perioperatorios: Administrar antibióticos antes, durante y después de la cirugía para reducir el riesgo de infección.
- Monitoreo postoperatorio estrecho: Observar atentamente al paciente para detectar signos de complicaciones e intervenir rápidamente si surgen.
- Educación del paciente: Informar a los pacientes sobre los posibles riesgos y qué esperar durante el período de recuperación.
Cuidados posoperatorios y recuperación: el camino hacia la sanación
El período postoperatorio es crucial para asegurar una adecuada curación y lograr el resultado deseado.
Postoperatorio inmediato: estabilización y seguimiento
Inmediatamente después de la cirugía, el paciente es monitoreado de cerca en la sala de recuperación. El dolor se controla con analgésicos. Es normal que se presente hinchazón y hematomas, que pueden controlarse con compresas frías y elevación de la cabeza. Si se colocan drenajes, se monitorea el drenaje.
Manejo del dolor: garantizar la comodidad
El dolor posoperatorio se controla con una combinación de analgésicos opioides y no opioides. El dolor suele disminuir significativamente en los primeros días.
Manejo de la hinchazón y los hematomas: reducción del edema
La hinchazón y los hematomas son más pronunciados durante las primeras 48 a 72 horas y disminuyen gradualmente a lo largo de varias semanas. Aplicar compresas frías en la frente y los ojos puede ayudar a reducir el edema. Mantener la cabeza elevada, especialmente al dormir, también es beneficioso.
Restricciones de actividad: Permitir la curación
Se recomienda a los pacientes evitar actividades extenuantes, levantar objetos pesados y agacharse durante varias semanas para minimizar la hinchazón y el riesgo de sangrado o complicaciones con el implante. Se recomienda caminar suavemente para favorecer la circulación.
Cronograma de seguimiento: Monitoreo del progreso
Las citas de seguimiento regulares son esenciales para supervisar la cicatrización de la herida, evaluar signos de complicaciones y el resultado estético. La frecuencia de las citas disminuirá a medida que el paciente se recupere.
Resultados a largo plazo y eliminación del hardware: el resultado final
La consolidación ósea suele tardar entre varios meses y un año, con una ganancia significativa de fuerza en las primeras 6 a 12 semanas. Una vez completada y estable la consolidación ósea, las placas y los tornillos han cumplido su función principal de proporcionar estabilidad inicial. En la mayoría de los casos, los implantes de titanio pueden permanecer in situ indefinidamente sin causar problemas. Sin embargo, se puede considerar la extracción de los implantes en ciertas situaciones:
- Palpabilidad o sensibilidad del hardware: Si el hardware es molesto para el paciente.
- Infección: Si se desarrolla una infección alrededor del hardware.
- Casos raros de dolor atribuidos al hardware: Aunque poco común.
La extracción del hardware es un procedimiento secundario, generalmente menos complicado que la cirugía inicial, pero que aún conlleva riesgos inherentes.
Comparación con otros procedimientos frontales: comprensión del espectro
Es importante contextualizar brevemente el retroceso tipo 3 dentro del espectro más amplio de procedimientos de remodelación de la frente en FFS, ya que las necesidades de fijación difieren:
- Tipo 1 Reducción de la frente (Rebabas): Esto implica simplemente rebajar la capa externa del hueso frontal para reducir la prominencia leve. No se realiza osteotomía, por lo que no se requiere fijación interna con placas ni tornillos.
- Reducción de frente tipo 2 (osteotomía sin retroceso): Esto implica realizar una osteotomía para crear un segmento óseo que luego se contornea y se reubica sin un retroceso posterior significativo. Si bien se puede utilizar una fijación limitada, esta suele ser menos extensa y menos crítica para el soporte estructural en comparación con el retroceso de tipo 3. El hueso se remodela principalmente en su lugar, en lugar de desplazarse significativamente hacia atrás contra resistencia.
El retroceso tipo 3 es único porque requiere una fijación rígida y robusta debido al movimiento significativo y al reposicionamiento de un segmento óseo grande contra las estructuras posteriores.
Estudios de caso (Principios ilustrativos): Poniendo la teoría en práctica
Si bien los estudios de casos individuales detallados quedan fuera del alcance de esta descripción general, podemos ilustrar los principios con escenarios teóricos:
- Escenario 1: Seno frontal grande: Un paciente presenta una prominencia frontal significativa y un seno frontal muy grande que se extiende hacia la frente. La planificación preoperatoria es crucial para diseñar una osteotomía que evite completamente el seno o permita una entrada controlada y una obliteración meticulosa. La fijación debe asegurar que el segmento retraído esté firmemente unido al hueso estable que rodea el seno.
- Escenario 2: Hueso frontal delgado: Un paciente tiene un hueso frontal delgado, especialmente en la cara superior. Esto requiere una selección cuidadosa de la longitud de los tornillos y, posiblemente, el uso de tornillos monocorticales en ciertas zonas para evitar la penetración dural. Es posible que sea necesario ajustar el número y la distribución de las placas para compensar la menor reserva ósea necesaria para el agarre de los tornillos.
- Escenario 3: Prominencia significativa del borde supraorbitario: Un paciente presenta rebordes supraorbitales particularmente gruesos y prominentes. La osteotomía inferior y el posterior contorneado del segmento retraído y el hueso subyacente deben planificarse y ejecutarse meticulosamente para lograr una reducción adecuada y una transición fluida. Se pueden colocar placas en L estratégicamente para proporcionar una fijación firme a lo largo de la nueva línea de la ceja.
Direcciones futuras e innovaciones: el panorama en evolución
El campo de la fijación craneofacial está en constante evolución. Las futuras tendencias e innovaciones podrían incluir:
- Materiales absorbibles mejorados: Desarrollo de materiales absorbibles más fuertes y predecibles que potencialmente podrían reemplazar al titanio en algunas aplicaciones de soporte de carga.
- Placas y guías personalizadas: Placas y guías de corte impresas en 3D y específicas para el paciente, diseñadas en función de la planificación preoperatoria para mejorar la precisión y reducir el tiempo operatorio.
- Navegación intraoperatoria: Sistemas de navegación quirúrgica en tiempo real que proporcionan al cirujano información precisa sobre la posición del instrumento en relación con las estructuras vitales y las líneas de osteotomía planificadas.
- Fijación biológicamente activa: Desarrollo de placas o tornillos recubiertos con factores de crecimiento u otras sustancias para promover una curación ósea más rápida y robusta.
- Técnicas mínimamente invasivas: Si bien el tipo 3 es un desafío, las investigaciones en curso apuntan a explorar enfoques menos invasivos para la remodelación y fijación de la frente.
Conclusión: El arte y la ciencia del retroceso estable
El uso de placas y tornillos para la fijación ósea es indispensable para la ejecución exitosa de la FFS con retroceso frontal tipo 3. Esta técnica, surgida de la evolución de la cirugía craneofacial, proporciona la estabilidad rígida necesaria para lograr un reposicionamiento óseo preciso, promover una consolidación ósea óptima y, en definitiva, ofrecer resultados predecibles y estéticamente agradables.
La perspectiva del cirujano sobre este procedimiento enfatiza la crucial interacción entre el conocimiento anatómico detallado, la planificación preoperatoria meticulosa con la ayuda de imágenes avanzadas, la técnica quirúrgica precisa durante la osteotomía y la reversión, la selección y aplicación juiciosas de los sistemas de placa y tornillos adecuados, y un cuidado postoperatorio minucioso. Si bien existen posibles complicaciones, una comprensión completa de estos riesgos y la preparación para su manejo son fundamentales para la seguridad del paciente y el éxito quirúrgico.
El procedimiento de retroceso frontal tipo 3 representa una sofisticada intervención quirúrgica que contribuye significativamente a la feminización facial. La fijación fiable que proporcionan los modernos sistemas de placas y tornillos es clave para transformar una ceja prominente y masculina en un contorno más liso y femenino, modificando radicalmente la presentación facial del paciente y, a menudo, impactando profundamente su autoestima.
A medida que la tecnología y los materiales siguen avanzando, podemos anticipar nuevos perfeccionamientos en las técnicas y el hardware, ampliando los límites de lo que se puede lograr en esta área transformadora de la cirugía estética. El arte de esculpir la frente, combinado con la ciencia de la fijación ósea rígida, permite a los cirujanos crear perfiles faciales armoniosos y feminizados, impactando positivamente la vida de las personas que buscan armonizar su identidad interior con su apariencia exterior.
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